martes, 11 de agosto de 2009

SOBRE LA PUESTA

Nuestros personajes viven una especie de paréntesis en sus vidas. Han dejado muchas actividades para cuidar al padre y al esposo. Para ellos convivir con la muerte y el deterioro se transforma en un hecho cotidiano. Están cansados por haber estado tantos meses en función del enfermo y eso hace que pasen de un estado a otro con facilidad. En ese encierro en el que todos se disputan el afecto del padre se desarrollan situaciones tanto extremas como triviales sin solución de continuidad.
De la lectura de la obra surgen dos espacios principales donde transcurre la mayor parte de la historia. Por un lado un living comedor con una cocina integrada y por el otro el dormitorio de Jorge.
En “El hombre que no duerme” todos los personajes están orbitando alrededor de Jorge y su habitación es el centro de ese “sistema” que nos plantea obra.
Mostramos ese sitio de forma indirecta, a través de imágenes que se proyectan en una pantalla en el fondo de nuestro escenario. Magnificando los rostros. Seleccionando que mostrar y que no. Dando la posibilidad de que el público complete lo omitido por nuestra cámara.
A través del circuito cerrado de video intentamos generar una sensación de encierro en la cual todos los personajes dependen de lo que sucede en habitación del padre. Quisimos acceder a ese lugar privado como si se tratase de una película cuyas imágenes dolorosas con el tiempo se borrarán. O al menos se sumarán a recuerdos más entrañables, y a esas fotos familiares que inmortalizan los buenos momentos.

Diego Lublinsky y Paula Travnik

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