martes, 11 de agosto de 2009

SOBRE LA OBRA

Lo que me propuse fue tocar el tema que, en lo personal, me resultaba más complicado de abordar. Algo de lo que nos cuesta hablar, eso que no queremos ni imaginar. El miedo a enfrentar una muerte lenta y dolorosa propia o de un ser querido. El miedo a tener que tomar ciertas decisiones difíciles por sobre la vida de los otros.
La obra cuenta la historia de un hombre padece una enfermedad terminal. Sus hijos quieren despedirse pero para eso se ven forzados a convivir con la nueva familia del padre.

Jorge no puede dormir, y su insomnio es demonizado por Marta (su mujer) que se aferra a la esperanza de que, cuando él pueda conciliar el sueño, todos los males que lo aquejan desaparecerán.
Ella está dispuesta a inmolarse junto a su marido, lo cuida sin dejar que entren enfermeras en su casa, pero la falta de atención hospitalaria hace que Jorge se deteriore cada día más y que, a ojos de sus hijos, sea inhumano el trato que recibe en su hogar.

A pesar de ser adultos, los hijos tendrán que aceptar que esta nueva integrante de la familia los trate como si fuesen niños y los relegue al rol pasivo de la infancia. De esta manera verán como su padre se va deteriorando lentamente sin poder hacer nada por él.

Los enfrentamientos entre la “vieja” y la “nueva familia” se disimulan en pos de esa fingida “armonía familiar” que se quiere presentar al enfermo.

Cuando los hijos por fin asuman que la muerte del padre resulta inminente, Marta cercenará la posibilidad de que se le administren medicamentos para paliar su sufrimiento.

Hasta aquí aparece una obra en la que los personajes se expresan con un lenguaje cotidiano y reconocible. Tal vez esto fue producto de haber decidido tratar el tema de manera directa e intentando despojarme de toda especulación estilística.
Pero dentro de esa cotidianeidad aparece Graciela. Una boa criada como animal doméstico propiedad de la nueva familia, que hay que sacar de la casa para proteger al padre enfermo de posibles infecciones.

El hijo mayor será quien, a pesar de sus fobias, se haga cargo del animal. Tendrá que actuar con cuidado porque el más mínimo descuido en la alimentación del reptil podría poner en peligro su propia vida.
Mientras el padre se enfrenta con su enfermedad el hijo tendrá que enfrentar a Graciela, esa boa que, como un legado maldito, amenaza con abrazarlo hasta dejarlo sin aire.

El padre y el hijo disputan sus batallas y en cada una de ellas uno saldrá airoso y el otro morirá.

Diego Lublinsky

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